María sentía una tristeza grande por no salir a caminar esta tarde de sol.
Físicamente no se sentía con ganas y era esa fiebre que la acosaba de vez en cuando.
Y el estómago, claro.
Ella lamentaba únicamente el estar encerrada y no sentir el olor de las baldosas de las casas antiguas, de aquellas callejas que recorría incansable. Soñaba con comprar una de las quintas antiguas, pero su esposo inmediatamente desinflaba esos sueños románticos, por pocos rentables.
Ambos regresaban entonces abrazados y matándose de la risa. Ella le daba la razón pero en el fondo buscaba aquella casa que descubrió hace más de 20 años . Esa era la casa que vivía en lo más recónditos de sus recuerdos, la casa donde debió vivir en una vida anterior.
Otras de sus obsesiones era la zona de las casas del Hospital Larco Herrera y su bajada a la playa.
Podría acaso soñar con un lugar más misterioso, como aquél? Pareciera que en aquella vida anterior había transitado mucho por esos lugares, pues no había una razón para esa atracción enfermiza.
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