Dos aves blancas
treparon por mi ventana,
treparon por mi ventana,
desde la enredadera.
Recorren mi cuerpo
pausadas
con sus plumas blancas,
perfumadas.
Se detienen en mis montes.
La piel recibe gozosa
cada caricia,
delicada y sabia.
Cierro los ojos.
Recorren mi cuerpo
pausadas
con sus plumas blancas,
perfumadas.
Se detienen en mis montes.
La piel recibe gozosa
cada caricia,
delicada y sabia.
Cierro los ojos.
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