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jueves, 13 de marzo de 2014

María descubrió muy pronto que  a la gente de su medio le gustaba aparentar lo que no era .
Muchos  eran falsos o buscaban amistades por conveniencia.
Eso le parecía humillante.
Nada más lindo que una amistad sincera de una  pobre o una  rica  sin la consabida huachafería que de mayores se convertía en arribismo.  Si la amiga o el amigo músico no tenía una casa tan grande como la de ella o vivían en una unidad vecinal , suficientes motivos para valorarlos más. Porque ellos eran tal cual eran, no fingían ,ni se avergonzaban de su pobreza.
Aquellos muchachos humildes de la universidad le enseñaron valores que ella no conocía.
Un muchachito ciego estudiaba alemán y era imposible para María entender los esfuerzos que éste hacía en clases para tomar notas´. Qué mal se sentía ella de tener libros , diccionarios y todo lo que engañaba a su madre con el cuento de los libros. Un día, María se acercó a su amigo ciego y le entregó un diccionario alemán - castellano. El creyó que se lo estaba vendiendo, pero ella trató de convencerlo que no quería dinero , que era un regalo. El emocionado lo aceptó con una sonrisa.
A veces pienso que María tenía esos gestos de generosidad por culpa de tener más de lo normal.
Pero no,  sentía una alegría genuina en ayudar a personas que realmente hacían méritos. Y este muchacho no podía ser más necesitado ni más digno de ayuda por su ánimo de salir  adelante.

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