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lunes, 17 de marzo de 2014
Eran esos ojos negros y dulces, la mirada tierna dla que seducía a María, la doblegaba, la dominaba.
Ella cedía a todos sus caprichos, pensando, aguardando un gracias de un alma agradecía.
Una sonrisa de serenidad.
El resultó ser una basura de persona. Un triste vividor de una vida más triste aún.
Una vida de mentira. Nada más deplorable que vivir en base a cuentos, como todo vividor pero este caso era peor. No se esforzaba nada en ganar lo deseado. Su arma era dar lástima.
Debió largarlo a la primera , pero María tenía buen corazón, demasiado grande para tratarlo como lo que sabía que era realmente. Un fracasado. Nadie. Un don nadie que como un mendigo se apostaba cada fin de mes para recibir la dádiva que él era incapaz de obtener , flojo de mierda, pensaba ahora María .
Desde el momento que negaba a su propio hijo , ella debió alejarse
muy lejos, pero la insistencia, la impenitente pena la colmaban y ya de cansancio cedía. Adiós, ojalá que mi dinero haya servido para comprarle algo a tu hijo. Lo dudo.
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