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miércoles, 12 de marzo de 2014

Desde lo más alto era la dueña del peligro, de la tentación de arrojarse al vacío o no hacerlo.
Cuántas veces sonrío imaginando su caída libre al mar.
La atracción al peligro era un color tiznado a su piel, y jugaba con él, como una niña, me aviento, o no.
Era el juego eterno de su vida.
Había jugado con ella tantas veces, con resultados no siempre buenos. Había triunfado, había caído irremediablemente en un submundo que le fue muy difícil salir.

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