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jueves, 13 de marzo de 2014

Alicia salía en su bicicleta a descubrir calles cada vez más distantes de su barrio elegante.
Una tarde , quizás la mejor de todas , descubrió la Plaza de la Media Luna en San Miguel y quedó profundamente impactada,
por el encanto , la magia de ese pedacito de plaza, al medio de edificios descuidados y el sonido y la brisa  del mar humedeciendo su cabellera.
 No dejó desde entonces de visitarla cada vez que podía para alimentarse de su belleza y alegrarse en ella. Era una obra de arte. Siguió luego conociendo sus casonas señoriales hasta que se encontró frente a una casa de dos plantas, que la enamoró al punto de  incluirla en sus paseos de los sábados.
Alicia salía a ver belleza para no dejarse deprimir por una soledad impuesta por el prejuicio de sus propias amigas ,que la habían apartado al divorciarse ella con dos hijos.

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