Por qué razón mienten, se preguntaba María?
A quien le importa si viven en San Isidro o en Lince , si sus padres tienen dinero o no. A ella le habían enseñado desde muy niña que la gente era igual , la única diferencia era que unos eran educados , cultos y otros, no.
Lamentablemente , en el Perú las diferencias se agudizan desde la más tierna edad en los colegios.
Los había privados , selectos donde las niñas aprendían varios idiomas , los privados pero con una educación muy mediocre y los nacionales , que no eran de paga. A los nacionales iba la gran mayoría de peruanos.
María nunca hiso distinción de clases, todo lo contrario. Ya he contado que ella amaba lo genuino, el cemento fresco, las unidades vecinales pues consideraba que esos chicos eran verdaderamente libres.
Ella, no . Ella obedecía de casa para adentro, para no contrariar a su padre, pero en la calle donde salía cada vez más a menudo amaba a los músicos del centro de Lima, los conciertos en San Marcos y soñaba estudiar literatura , una vez se hubiera divorciado . Amaba a los líderes de izquierda y era una izquierdista de alma y batalla, aún estas fueran simples volanteadas.
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