Veo ante mi una página blanca.
Y cuento una por una mis novedades.
He de escribir sobre el amigo enfermo,
aquél invencible guerrero de la palabra,
que yace inmóvil en una cama,
sin recibir ternura.
Escucho una canción,
traspasa como puñales dulces
la piel de mi alma,
La súbita pasión por
aquél titan desconocido,
a quien contemplo congelado en una foto.
Hermoso ejemplar de macho cabrío.
¡ Qué daría yo por recostar mi cabeza en la meseta
amplia de su pecho!
ser un avecilla entre sus brazos,
recorrer cada accidente de su cuerpo,
no pensar en nada,
cerrar los ojos,
disfrutar , los sentidos encendidos,
como cuando aquella antigua pasión,
abrillantó mis días,
calcinó mis noches
hasta buscarnos desesperados,
ciegos de deseo
fundirnos en uno.
Fui tan feliz ,entonces.
No hay comentarios:
Publicar un comentario