Aquellas bestiecillas, sí, las mismas que ocupan mi mente,
han de ser expulsadas cuanto antes.
Ellas dominan mis días, asustan mis noches, mi vida es un horror.
Temo a las calles, a los autos, lloro a gritos al cruzar las pistas.
No vivo bien.
He pensado en pararme de cabeza por horas,
sacudir mi cabeza en esa posición,
trepanar el cerebro en dos.
Prender fuego a mi cabeza, así escapan , huyen despavoridas,
las muy malditas.
Radicales medidas, lo sé.
Libre de ellas reparo mi cerebro, luego.
No hay comentarios:
Publicar un comentario