Solía correr hacia el barranco ,
jugar con la seducción del abismo.
Era tan hermoso.
Nadie sabría de mi fuga,
no sospecharían que me fui
con la corriente marina.
La marea depositaria mi cuerpo dulcemente en alguna playa lejana,
donde no vivan ni el horror ni los bichos malignos.
Sonreiría al explorar la tierra nueva,
donde vive la ansiada paz,
tan esquiva, tan lejana de mi ser.
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