En tu descargo , digo:
Te serví las viandas en plato de plata ,
confié a ojos cerrados, como soy ,
respetuosa de los grandes nombres de la poesía.
Yo te creía , amado.
Nada más falso.
Abusaste de una demente sin el menor escrúpulo.
Lloré, a pesar de todo.
Te amaba con fervor.
En silencio , sigue el cortejo funerario.
Allá tendido en el cajón , estarás tú.
Los ojos reventados,
el alma negra destilando gusanos.
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