Debí primero mirar al cielo.
Atisbar señales ocultas.
Me lancé sin reflexionar
como quien,
se lanza a una ola buena,
y desea llegar a la orilla pronto.
Ya es muy tarde para lamentaciones.
Camino húmeda de lágrimas y llovizna
el alma en el puño.
La lección aprendida.
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