Ellos preguntan,
se extrañan de mis horarios cotidianos.
Ellos ignoran mi batalla diaria,
mis afanes contra el Horror.
Debo arribar antes que él a la orilla de cada mañana.
Ellos desconocen las mil extrañas formas que cobra,
lo dolorosa de su mordida,
la tristeza de una derrota,
que te lleva a guardar cama
como un combatiente caído ante el ataque
de una tropa enemiga completa ,
que ha repasado tu cuerpo,
se introduce por los poros,
llega al pecho,
sube por tu cuello,
y asfixia antes de tomar
por asalto tu cabeza.
Y chillar ,
graznar como un ave herida.
Nadie ve nada.
Nadie escucha.
Nadie cree.
Solo yo soy presa del Horror.
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