Si tú como yo, cohabitas con el Horror.
lo llevas sobre tu espalda,
tizna de pánico tu piel,
no permitas que éste se ensebe contigo.
Demuestra ser la dueña,
la gobernadora de tus días.
Aún aprietes el grito en la garganta.
salte desbocado tu pecho,
tómalo de las mechas,
arrástralo por el suelo.
Echa fuera de tu cuerpo su ser.
Mañana volverá encarnado en ave de rapiña
o en cualquier forma que atormente.
Es inútil soñar con su desaparición definitiva.
El Horror ataca y muere dos o tres veces al día.
Es el azote eterno.
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