Ay, mi niño,
Recorro mi casa como un fantasma.
Mi alegría, la tuya, la felicidad de todos se esfumó.
Mi boca habla de silencios antiguos.
No debí desafiar nunca la tierra de las ánimas.
Ellos se cobraron una deuda de sangre.
Mi hijo, mi niño bueno ha perdido a su niño.
Y yo, siento en mi carne el dolor,
el corazón en puño,
ganas de nada.
Grito silencios al alba.
Grito de rabia e injusticia.
Grito alto y fuerte,
es por gusto.
Nadie vuelve de la tierra de los muertos.
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