María era una mujer de armas tomar. Buscó ardides, de los más rebuscados hasta lograr hablar con el padre de la tal Mónica. Consiguió el teléfono de su casa y la llamó. María vivía por esas épocas refugiada en casa de su hermana y esta, a manera de consuelo le prestaba su preciosa ropa que terminaba regalándosela. Habló con ella, una voz dulce que sin el menor atisbo de rabia, o celos, aceptó hablar con ella.
Era una casa una quinta y ella era verdaderamente guapa. Acababa de dar a luz y tenía el cuerpo que Miguel tanto añoraba. Su hija, una niña de casi 17 años se sentó con nosotros. Ni bien mencioné con aires de gran dama que estaba próxima a contraer matrimonio con Miguel. La hija saltó de su asiento, dio un respingo de miedo y la tensión de ella fue tal que despertó al bebe recién nacido,
Mónica quiso abrirle los ojos, con mucha bondad . Todo su cuerpo manaba serenidad, calidez.
Finalmente se rindió a su bondad y la sintió cercana, amiga. Se humilló a
pedirle consejos y la niña subió la voz , intervino con una acusación lapidaria:
Miguel violaba a mi mamá y a mi me perseguía para tocarme y yo solo tenía 9 años. No había día que no la golpeara , le sacaba el cuchillo y quiso cortarla. No lo logró pero ella , Mónica asentía.
Qué mal se sintió María tratando de impresionar con aires de gran dama a una mujer bien casada, feliz con una vida rehecha sin rencores, a pesar que hacía poco la había buscado. El ya estaba viviendo con María. Qué dolor pero así y todo María siguió en sus treces.
No hay comentarios:
Publicar un comentario