Alicia sentía sobre sí la sombra de un nuevo internamiento.
Los dolores de cabeza, la falta de fuerzas y ganas hicieron que su siquiatra determinara intoxicación medicamentosa. Ella haría todo lo posible por quedarse en casa, tranquila, sin pasar meses lejos de su esposo. Además si a ella la internaban, él se iba directamente a otra clínica. Eso era algo inadmisible para él , que había pasado años, si juntaba las veces internado.
Si bien Alicia , al principio entraba contra su voluntad, a los pocos días hacía amigos y la clínica se convertía en su segundo hogar.
Ella amaba San Miguel y además llevaba su laptop para escribir. Hacía poco había encontrado poemas escritos durante su estadía anterior y le gustaron. Eran poemas de soledad.
Tenía además el sueño de escaparse durante alguna salida a recorrer ese distrito misterioso y mágico. Llegar hasta la Plaza de la Media Luna, visitar a su antiguo marido , evitando claro que él empezara a con la pésima costumbre de pedirle sexo o dinero. Aún así, uno de los veranos más hermosos y felices de su vida fueron en esa plaza, con él y en plena libertad. Fue tan lindo lo que pasaron juntos como viejos camaradas que ella escribió su segundo libro de poemas inspirada en el lugar maravilloso y la grata compañía de quien la hacía reír y bailar la música que tanto amaba. Su esposo detestaba la música caribeña y el viejo marido era además de actor, músico. Juntos recorrieron Polvos Azules . El la guió por los recovecos de pequeñas tiendas como las de un bazar árabe hasta llegar a la mata de la salsa. Esta era una tienda que si no tenía en stock , grababa inmediatamente el tema que buscabas y además qué orgullo sintió al saberse reconocida como la productora de los conciertos más sonados , con artistas de primera línea que el Perú conoció por 10 años.
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