Uno de aquellos hombres eras tú.
Reconocí tu risotada vulgar, el tono festivo de tu voz.
No enfrento nunca a quien pienso matar.
Debe ser un acto sereno , pulcro, bien meditado.
Una muerte lenta, desollar la piel no basta .
Desnudarte frente a tus lectores es tu peor castigo.
Tus miserias, la sordidez de tu alma expuestos públicamente.
es lo más doloroso.
Y no iría presa.
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