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sábado, 6 de septiembre de 2014

Te entregué mis veranos radiantes,
7 mil mañanas claras , perfumadas de flores.
Mi cuerpo, la piel que me habita.
El alma entera
Nada te pareció suficiente.
Querías mi vida.
Masticarla, estrujarla,
escupir luego los deshechos.
Hoy recuerdo mi sacrificio.
Dejaste  un húmero intacto,
como quien abandona un perro
en el desierto,
Nada.
Te quedaste con mi yo,
mis abrigos, .
No te odio.
Lograste arrancarme los sentimientos,
cables inútiles al corazón

Nunca supiste que renací.
Más fuerte y completa.
Sin memoria 
Los recuerdos amargos
me atacan,
a veces,
cuando cae la llovizna.
Nada grave
ni agudo.
Los aparto con un gesto.
Sigo mi camino.

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