Qué palabras , cuantos rugidos emplearé para tocar el corazón de mi hijo
el Lobo Gris.
Bajo a su madriguera y lo encuentro hecho un ovillo de pelos grises.
No escucha mis palabras ni reacciona a mis caricias de padre.
Descubro sangre, mucha sangre en su cuerpo.
Está herido y por honor .
Entiendo que ha preferido la soledad para morir honrosamente luego de perder el combate de amor .
Acaricio su lomo por última vez,
Regreso hacia la manada en silencio.
Nadie debe saber nada.
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