Bastó contemplar tus enormes espaldas,
anchurosas como el desierto,
y mis días ardieron de deseo .
Tu nombre quema mis labios trémulos,
Y pienso galopar tu cuerpo como la hembra,
el animal en celo que soy.
Sin pudores,
me derramaré en esa boca tuya ,
yo beberé de tus mieles,
cualquier día de éstos.
No te descuides.
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