Me apeo al tren del tiempo.
Mi vagón avanza a la velocidad de la luz,
yo soy consiente de mi soledad,
de mis manos pequeñas que nada saben hacer.
Temo. Espantada y temblorosa intento arrojarme al pasto,
abandonar el sueño de alcanzar otra vida .
Miro por la ventana,
descubro mucha gente abandonando su vagón .
Unos se abalanzan a otros y caen redondos sobre los rieles.
Otros se tiran por las ventanas.
Todos tenemos terror de aquello que nos espera.
Respiro hondo, me hundo en el sillón,, cierro los ojos.
Arribamos a la nada.
Todo está por hacer.
Y una extraña alegría me embarga.
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