Extravío el rocío de tu cuerpo en las profundidades de mi ser.
Horado, , perforo con las uñas , penetro los poros aún húmedos ,
se resisten a devolver la llovizna .
Mis dedos laboran prestos y con las yemas recobro menudas garúas de elíxir dorado.
Queman mis dedos , y remojo mis labios turgentes con la lengua tu rocío salado y mi saliva.
Saboreo con deleite.
Valió la pena el esfuerzo.
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