A Feliciano
Permite,
que cure tus alas heridas, cóndor mío.
El viento las golpeó cuando recorrías el cielo
en tu vuelo soberbio hacia el sol.
Te animaré con caricias suaves y sonrisas dulces
Cantaré tonadas de tu tierra.
Vivirás en un nido caliente,
en el pico te daré alpiste ,
briznas de hierbabuena.
Y cuando estés fuerte
y quieras partir
te tomaré en mis manos ,
impulsaré tu vuelo alto, muy alto,
hacia el límpido cielo,
mi poeta, mi amigo.
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