Escupo.
No clamo
Mis labios de señorita aprendieron a escupir a la mala suerte.
Mi niño perdió a su niño.
No es acaso un motivo digno de ser maldito,
Yo lo esperaba con ternura, con gran ilusión.
Se fue entre las piernas de su madre,
en una hemorragia sinfín.
Quiero aprender a olvidar.
No sé si sé olvidar la esperanza.
Arrancaré de mi piel esta tristeza,
a la fuerza, con dolor.
Con uñas y dientes.
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