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lunes, 2 de junio de 2014
Al principio, todo era soledad,
las aves devoraban mi alma
ensangrentada, escribía.
Humedecía de sal,
mis dedos escribían lamentos.
Uno se acostumbra.
A tu arribo repentino ,
destrozas mi casita de cristal.
Mis nervios de filigrana de plata
saltan al poder de tu voz bronca.
Desbarataste mi cobijo de poeta .
remanso de paz , silencio,
mi lugar seguro
invadido por tus pasos.
Uno se acostumbra.
Tardará un tiempo volver a la costumbre.
Es triste, decir normalidad, costumbre.
Es así, amor, no se puede decir otra verdad.
Uno se acostumbra.
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