Me escondo tras el follaje de los caminos polvorosos,
en lugares, donde la ciudad muere y con ella, lentamente sus habitantes.
Ellos son compañeros de infortunio, marginales de corazón.
Sobrevivimos, ellos a una extrema pobreza material,
yo, a mi pavorosa soledad y compartimos la seducción por aquella vida
apartada de la ciudad y sus costumbres.
Pobres entre los pobres somos.
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