El aire rancio de los desperdicios ha cerrado mi garganta. Apenas respiro.
Arrastrando los pies llego al portón de la primera fábrica de materiales.
En los alrededores , sobre el polvo, casi invisibles las planchas que serán mi salvación a partir de hoy.
Mirando a todos lados , como si cometiera un delito tomo las planchas que me quepan en mi morral
y voy directo a mi choza. Debo cruzar el pantano, sórdido lugar que ya vencí una vez y habré vencido.
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