He aprendido a escalar como un gato. A moverme con la agilidad de un felino, a caer de pie.
Salgo por las noches a buscar a otros gatos y descubrir techos y aventuras.
A veces , nos trenzamos en verdaderas luchas campales.
Vuelvo a casa , magullada, con el ojo rojo, el corazón henchido de libertad.
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