Vuelvo a ocupar los mullidos asientos de los vagones del tren, que franquea nuestro poblado hasta que termine de techar mi casa. Hermoso e imponente se yergue contra el tiempo y el olvido.
¿ Cuantos lugares recorridos, a qué altura asombrosa?
Los antiguos ingenieros eran verdaderos titanes así como sus obreros ferroviarios. Nadie los recuerda, nadie los menciona.
Aquí descanso luego de mi dura jornada por los pantanos y desde la ventana diviso a Mirtha ,mi vecina, la hija de doña Carmen. Mirtha es una muchacha que me gustaría conocer mejor, salir con ella por los alrededores, jugar con su hijita, no sé. Ella me gusta pero creo que me ve como un pituquito inútil, sin ningún interés.
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