Son dos pedazos secos de pan los que astillan mis encías,
camino la mañana y la tarde entera , la sed me abrasa,
bebo de las acequias que riegan los sembríos,
No importa nada, yo escogí mi destino.
Pocos son dueños de sus horas, de los pasos
que llevan a cumplir sus sueños.
Soy libre como el perro de la calle.
Dirijo mi vida bajo mis códigos.
Aún al principio el sacrificio es duro,
la fe en lograr mi arte me sostiene.
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