Los niños, las señoras y hasta algunos hombres nos atrevimos a refrescarnos en la charca.
Fue tal el alboroto que hasta el sol brilló feliz de ver nuestros rostros alegres.
Las caras, por lo general tristes y sin vida, reían y brotaban sonrisas como flores .
Aparentaban diez años menos.
El agua , no muy limpia, a nadie le importó, pues fue un día inolvidable.
Recobramos la alegría , al menos por un día.
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