Es el camino de barro disimulado por altas yerbas lo que nos mantiene ocultos del mundo.
Vivimos parapetados por los vagones hermosos de un tren fuera de circulación , al final de un río
que muere a metros del mar.
Las filtraciones nos regala una charca de agua, que es una fiesta los días de sol.
Somos pobres entre los pobres. Nos dedicamos a reciclar los desechos de las fábricas y esos mismos desechos comestibles son nuestro alimento. Muchos de nosotros tenemos un pasado político complicado , por lo que nuestro aislamiento nos aleja de la policía. Al menos, por un tiempo.
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