Y cuando llegue, empolvada la ropa, echaré fuera el pudor, me lanzaré a la charca junto a los niños.
Jugaremos a perserguirnos entre las aguas residuales, reíremos mucho, y cuando el frío obligue,
aceptaré una sopa de las humildes manos de alguna señora de la villa. Será un día inolvidable.
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