El barro recién apisonado , despide un olor delicioso . Las olas del mar estallan y me arrullan.
Allí dormí sin cama ni almohada y soñé con la playa, con mis recuerdos infantiles más hermosos.
Desperté ofuscado pues las gallinas entraron y se divertían picando mi rostro sin cesar.
Sali a buscar cartones , eternit , cualquier material que hiciera de puertas y ventanas.
Me fui triste, rechazando un tazón humeante de quacker, invitado por mi vecina.
Qué bien me hubiera sentado para este señorito ,que se inaugura de proletario, a mucha honra y por siempre.
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