Trepar por la enredadera del vecino, alcanzar su ventana. Mirar hacia dentro, buscarlo entre sus paredes.
Espiar sus cosas, imaginar su olor. De pronto, él aparece y me descubre en el afeízar , del susto caigo
al susto. Escucho su risa. Por lo pronto , no está molesto con mi incursión.
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