Al final de un camino perdido de la memoria de los mortales, se yerguen , joyas coronadas dos finísimos baúles de cedro . Nadie sabe su contenido ni ha osado abrirlos.
Se cuenta que cayeron de un vagón de primera clase cuando el tren doblaba su curso.
Una dama se arrojó al vacío con sus baúles.
Nadie conoce sus extrañas razones.
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