Miro el cielo pardo,
que me habita.
La soledad rueje
mis días son torturas de muerte
Escuchará El mis ruegos,
mis clamores,
Sabrá acaso que sudo sangre
cuando recorro mis trechos
escribo poemas de locura y amor
con las los dientes y manos agarrotadas?
El sabe,
mis sonrisas son muecas.
Vivo agazpada, atrapada por el pánico.
No me abandones, Señor
que tú amas más a las ovejas negras
las sostienes, le das el pan
Alberga mi alma dulce Padre,
Clamo a ti hincada de rodillas.
Un grito se afixia en mi garganta
Piedad , solo tú me libras
del gobierno del pánico.
Clamo a mi Dios Todopoderoso.
Espero en él.
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