Hace años, yo bebía ríos de licor entre bosques de botellas en la más absoluta soledad.
Era raro ver a una muchacha en cantinas mugrosas perder la conciencia de puro ebria .
Un día aciago dejé todo atrás por un amor.
La bebida por sus golpes.
Algunas personas buscamos el castigo , el dolor, lo rastreamos y nos dejamos poseer por él.
Ese es mi caso.
Hoy por hoy, camino por los andenes de los vagones abandonados , sobria, feliz de ver el río y el mar como única espectadora de ese milagro,
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