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poesía, nouvelle, cuentos
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viernes, 5 de agosto de 2016
El gusano de la rabia horadó día a día, con paciencia de monje tus brazos,
inyectó tu aparato circulatorio mordió con veneno tu alma.
Pronto destilabas envidia pura.
Cuando pudiste quisiste dañarme.
Tu mediocridad lo impidió.
Yo, no.
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