Amo el camino polvoroso, ventoso ,que me lleva al cementerio de trenes.
Allí los encuentro dignos y hermosos.
Por sus ventanas puedo ver los paisajes que recorrieron, las historias de sus pasajeros , las voces
de las paradas.
Nadie se atreve a visitar los extramuros de la ciudad ni sabe de la existencia de los trenes con vida propia.
La gente es cobarde , no gusta de explorar aquello distinto a lo usual.
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