Mi pecho es un alfiletero.
Puñales pequeños clavados en el alma.
Alfileres delgados que escapan y ruedan por mi cuerpo.
Los puñales hieren y son llagas que crecen, se adueñan de mi pecho.
Los alfileres, traviesos y delgados atraviesan profundo el alma.
Cuidado con los tintineos metálicos, cuidado con las manchas de sangre.
Con tanta tarea no recuerdo el dolor del alma.
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