A las fieras me entrego,
desnuda y sin armadura
a luchar cuerpo a cuerpo
con unos contrincantes superiores a mis fuerzas.
Sé de mi muerte en los colosales dientes de mis rivales.
No importa mucho, pues el coliseo rugirá por mi sangre,
o quien sabe , por mi victoria, más el coliseo rugirá este domingo.
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