Llévame hoy contigo, el alma partida, los ojos llorosos.
Nadie puede ver el reguero de sangre de mi alma.
Vamos hacia algún lugar donde nadie nos conozca,
donde no se recuerde que los hijos
se perdieron para siempre por nuestra propia culpa.
Por favor, huyamos del dolor.
No sé cómo pero me está matando.
La herida se abre cada diciembre, tú lo sabes bien.
Llévame hoy contigo , el alma partida,
las lágrimas enjugadas entre los dos.
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