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miércoles, 26 de octubre de 2016

Atendiste oídos encendidos
colegiala enamorada
a tus años,
las lisonjas,
dulzuras,
seducciones
Creíste y soñaste en el cielo
de  la gloria del amor adolescente.
Un chorro de agua helada
despertó tu desnudez,
frágil y entregada.
Partida en mil pedazos
Jamás rendida
La sonrisa victoriosa destella resplandores.
No me mataste no,
ni me heriste siquiera.
Pruebas graves superadas 
heridas punzocortantes.
Una bala perforó mi cuerpo.
Aquella sí era mano amada,
la más amada,
hirió de muerte mi vida.
Inútil.
Aquí estoy.

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