No existe lugar sobre la tierra donde yo pueda esconder mis penurias.
La lluvia ácida, la asfixia en la garganta me persiguen celosas a través del desierto infinito,
por los montes y las cumbres más altas.
Llevo adheridas a la piel, mis plegarias,
mis pesares.
No existe lugar sobre la tierra hacia donde yo pueda huir.
Las maldiciones van siempre van un paso adelante.
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