Limpio la urna de bronce y cristal.
Allí sobre una alfombra de terciopelo rojo
guardo tus manos blancas y delicadas
manos perfectas, de porcelana
hechas para acariciar y curar
Nadie sabe que son tus manos.
Yo las corté una noche.
Puse otras en su lugar.
Así cuando vuelvas ,
pues necesito con ardor tu presencia
las devolveré.
Por ahora , las cuido, las mimo con crema fina
y perfume lejos del polvo y del sol,
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