Ni trepanando el cráneo con un instrumento pétreo
lograrías que yo aceptara tu perdón.
La razón es simple.
Tú ya no existes.
Estas preso de la culpa,
culpable de desear niñas
de ensuciarlas con tus manos.
Condenado de por vida a huir,
robar la confianza de tus amigos
por desear a sus mujeres.
Y a quien tú amaste como a un trofeo,
el ser incondicional , que te brindó
su amor, cariño, y la ayuda material
siempre que tocaste a su puerta,
la agrediste, físicamente,
hiriendo, lesionando y
mancillando su honor
ante sus pares.
Ni trepanando el cráneo con un instrumento pétreo
te acerques alguna vez,
preso de tu conciencia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario