La tarde resplandece
sin el azote del frío húmedo,
que cala los huesos.
Disfruto el brillo del cielo azul
en esta extraña , hermosa primavera.
.
Debí tocar extremos de tortura,
embistes de pánico y asfixia
saborear la paz ansiada.
aquella esquiva señorita,
dibujaba ojos de pánico en mi rostro
mi lengua , mi estómago horadados por medicinas
y mis noches náufragas,
maullaba mi desamparo. el dolor
la traición de aquellos malditos.
Su poca virtud.
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