No quisiera escribir nada sobre un pobre diablo
pues es tan poca cosa
aquél que muerde la mano bendita
figurada cornucopia de la abundancia,
del escudo nacional.
En fin , el alma pura
las manos llenas
abiertas siempre
dispuestas a dar
a entregar
como le enseñaron
las monjas de su colegio,
esas mismas manos ataste
con malicia y sevicia
para el vicio cruel.
Yo no cumplo deseos de nadie.
Yo entrego si quiero.
Tu castigo me resto tiempo.
Causó dolor
Aprendí más
Agradezco la lección.
Me levanto de entre los muertos
A mi no me mata ningún pobre diablo
ni dos ni tres .
De peores rigores he salido.
Tú sí perdiste.
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